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Eduarda Mansilla de García. Este cuadro estuvo en el Salón Azul de la Casa Blanca en Washington, EE.UU, 1869 |
Hay que señalar que ya en la segunda mitad del siglo y
aún más en el último cuarto, la gente cultivada que sabía leer y escribir,
también sabía leer y escribir música. La música, ya en tiempos de Rosas formaba
parte de los planes de estudio de algunos colegios, como por ejemplo el de
varones de Juan B. Persy, en Buenos Aires, que incluía, además de las materias
habituales de gramática, matemática, retórica, idiomas, historia y geografía,
las de dibujo, esgrima, música y baile[1] En
otros establecimientos las materias musicales tenían el carácter de “estudios
extraordinarios”, en instrumentos como piano, violín y flauta, por ejemplo en
el Colegio de San Ignacio, de Buenos Aires, de los padres jesuitas, - al menos
en los años 1839 y 1840 y en el colegio que siguió al de éstos cuando su
expulsión.[2]
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Este es el piano de Eduarda Mansilla de García. Se encuentra en el Museo Histórico Nacional ubicado en el Barrio de San Telmo |
En Buenos Aires, había estudiado el canto pero ha debido continuar este estudio en el extranjero. Su hijo Daniel señala en su libro de recuerdo “Visto, oído y recordado”: “[5]Mi madre cantaba admirablemente en cuatro idiomas. Para la dicción francesa tomó lecciones con una tal madame Desjean, mezzo soprano en otros tiempos de la Opera Cómica” A esto debía agregarse que el trato con un Gioacchino Rossini, un Charles Gounod y la amistad personal con Jules Massenet, como de los otros compositores e intérpretes célebres, han debido enriquecer su talento musical.
Como todo aficionado músico del Siglo XIX, compone piezas
musicales de salón. Las obras que se han conservado de ella son todas canciones
con acompañamiento de piano, con letras en francés y en castellano. Sabemos que
ella tenía el gusto de cantarlas en reuniones sociales. Varias las da a conocer
en ediciones impresas, en Washington, París y Buenos Aires.
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Partitura de Eduarda Mansilla de García titulada: "Legende", dedicada a su tercer hijo Rafael García-Mansilla |
Si comparamos su novela con otros ejemplos locales, valga
Amalia, de Mármol, que es poco
anterior (escrita en 1851), veremos que en ésta, aunque tenga dos capítulos
dedicados al famoso baile en la casona de Rosas, apenas si hay una referencia a
la música cuando sólo señala que se bailaba una cuadrilla.
De manera que aun en las obras de ficción, estas
inclinaciones musicales en su obra literaria son para ser tenidas en cuenta.
FUENTE: Juan María
Veniard. Congreso de Literatura e Historia. En tiempos de Eduarda y Lucio V.
Mansilla. Junta Provincial de Córdoba. 2005.
[2] Guillermo Furlong.
Historia del Colegio del Salvador y sus irradiaciones culturales y espirituales
en la ciudad de Buenos Aires 1617-1943, volumen 1. Pp. 424-425
[3] Lucio V. Mansilla. Mis
memorias. Buenos Aires. Eudeba. 1966. Serie del Siglo y Medio. página 47.
[4] Jorge A. Zavalía Lagos.
Mariquita Sánchez y su tiempo. Buenos Aires. Plus Ultra. 1986, página 192.
[6] De El médico de San Luis hay una edición moderna. Buenos Aires,
EUDEBA, 1962. Serie del Siglo y Medio. Nº 37.