Escritora viajera entre mundos y lenguas, Eduarda supo reconocer y enriquecer la propia a partir de la mirada comprensiva sobre los otros pueblos.
Eduarda Mansilla de García Buenos Aires 1834-1892 Colección privada de Manuel Rafael García-Mansilla |
Quizá por eso sus libros, que juegan con el miedo y lo desafían, abundan en mujeres de coraje. Como su Lucía Miranda, que -siguiendo el mítico episodio de Ruy Díaz de Guzmán, entonces considerado histórico- llega a las Indias con la expedición de Sebastián Gaboto, desarma las argucias de un hechicero timbú y enfrenta la muerte con ánimo inquebrantable. O Micaela, la madre de Pablo, que marcha sola a Buenos Aires para pedir justicia y evitar que el único de sus hijos que ha sobrevivido a las guerras civiles sea, también, ejecutado. No es casual tampoco que, en El médico de San Luis, su primera novela publicada en 1860, incluya una verdadera proclama a favor de la “autoridad maternal”. No era, por cierto, esa clase de autoridad lo que había faltado en la familia materna de Eduarda Mansilla. Ante su abuela, doña Agustina López de Osornio, se arrodilló para pedir perdón por una falta nada menos que Juan Manuel de Rosas, su hijo mayor, cuando ya era omnímodo Gobernador de Buenos Aires (así lo cuenta Lucio V. en “La madre y el hijo”). Criada en un entorno de mujeres fuertes, con opiniones propias, capaces, algunas (como su tía Encarnación y su prima Manuelita), de una eficaz ingerencia en los asuntos públicos, Eduarda, a diferencia de Victoria Ocampo (con quien tantas otras afinidades tiene, empero), no parece haber padecido mayores “complejos de género”, ni tampoco de “inferioridad geopolítica”.
Criolla y cosmopolita, como su hermano Lucio, pudo sentirse tan cómoda en los campos de Buenos Aires como en los salones neo imperiales de París, y logró escribir, desde una novela de costumbres, de innovador lenguaje coloquial (El médico de San Luis), hasta una novela rural argentina en un francés impecable (Pablo, ou la vie dans les Pampas) para que los franceses (y con ellos todos los europeos) comprendieran que la “barbarie” no era privativa de la América del Sur, sino de la condición humana, también en el Viejo Mundo. Polemizó constantemente en sus textos -para desacreditarlas- con las series de oposiciones positivo-negativas “civilización/ barbarie”, “unitarios/ federales”, “ilustrados/ bárbaros”, “europeos/ americanos”, “ciudad/campaña”.
Fuente: María Rosa Lojo. Artículo completo publicado por la revista "Todo es Historia", edición Mayo de 2007.
Fotografía: Colección privada de Manuel Rafael García-Mansilla de Zavalía. La foto es inédita y no ha sido publicada hasta la fecha.
Fuente: María Rosa Lojo. Artículo completo publicado por la revista "Todo es Historia", edición Mayo de 2007.
Fotografía: Colección privada de Manuel Rafael García-Mansilla de Zavalía. La foto es inédita y no ha sido publicada hasta la fecha.
1 comentario:
¡Excelente blog! Fantastic... :)
¡Saludos!
Publicar un comentario