
En este ensayo exhaustivo y apasionado la autora analiza, indaga y hasta se diría que exprime la obra de Mariquita Sánchez, Juana Manso, Juana Manuela Gorriti, Eduarda Mansilla, Emma de la Barra, Alfonsina Storni, Norah Lange, Victoria Ocampo, Beatriz Guido, Alejandra Pizarnik y Griselda Gambaro para rescatar sus palabras del olvido y confrontarlas en un diálogo renovado.
La elección de estas escritoras -que forzosamente deja afuera a otras- obedece a que sus textos poseen una dimensión que no se limita estrictamente a lo literario, pues siempre participan, de manera más o menos indirecta o velada, de la construcción de la nacionalidad. Desde la mantilla de Mariquita Sánchez hasta el pañuelo blanco de Hebe de Bonafini -observa Mizraje-, hay una serie de mujeres dispuestas a no ocultarse y que no temen ser develadas porque tienen algo que decir y han decidido hacerlo.Que en el título aparezcan dos apellidos tan cargados de poder como los de Rosas y Perón no deja de ser significativo; ellos han actuado como síntesis y condensación de la historia argentina -el otro referente indiscutido es Sarmiento-, como disparadores de odios y de amores perceptibles en los textos de estas mujeres, aun cuando no todas ellas fueran sus contemporáneas. Pero también es posible leer en ese título la presencia oculta de otro hombre cuya obra y enseñanzas dejaron una huella indeleble en el trabajo de Mizraje: se trata de David Viñas, de quien la autora ha sido estrecha colaboradora. Cuando Viñas subtitulaba De Sarmiento a Cortázar su libro Literatura argentina y realidad política indicaba un recorrido de lectura pero a la vez proponía encuentros y oposiciones entre todos los escritores comprendidos en ese arco. En el texto de Mizraje ocurre algo similar.

El género sexual deja sus marcas en la lírica de Norah Lange y de Alfonsina, en tanto que un mismo destello de crueldad asoma en las páginas de Beatriz Guido y de Griselda Gambaro.Tematizada o no, la condición femenina aparece como una determinación ineludible que hace exclamar a Juana Manuela Gorriti que nada hay más despiadado para una mujer como su sexo, y a Griselda Gambaro que conseguir que se haga justicia es duro para todos, pero doblemente para una mujer.
Por presencia u omisión, porque constituye un deber asumido como en el caso de Mariquita Sánchez, una transgresión en el caso de Alfonsina o un deseo frustrado en el de Victoria y el de Norah Lange, la cuestión de la maternidad las afecta a todas en lo personal y aparece problematizada en sus obras. Sin embargo, contrariamente a lo que se puede suponer, la consideración del género no parece ser el punto de llegada del estudio de Mizraje. Su postura es muy lúcida al respecto: Una literatura que debe señalar todo el tiempo el propio sexo para que no quepan dudas acerca de la condición femenina es también, otra vez, una literatura insuficiente.
Mizraje no duda en proponer hipótesis audaces que a veces exceden la prolijidad de la crítica, ni tampoco en arriesgar valores a la hora de hablar de sus autoras. El suyo es un ejercicio de lectura combativo y enfático, que adopta una posición y la defiende. Con la seguridad de quien ha recorrido las obras hasta agotarlas -pues es evidente que no ha dejado texto sin examinar- se mueve con más comodidad en el terreno de las aseveraciones rotundas que en el de conjeturas.

No son ideas lo que falta en el libro de Mizraje. Por el contrario, ellas parecen brotar de los textos analizados de manera asombrosa, otorgándole al estudio una fluidez que está lejos de los acartonamientos monográficos. Pero metida de lleno en las obras y desbordada por todo lo que de ellas tiene para decir, omite algunas consideraciones de carácter biográfico que serían útiles para los lectores que no están suficientemente informados acerca de ciertas circunstancias de la vida de las escritoras que contribuye a sacar del olvido. Si lo que se conoce sobre el destino de Victoria Ocampo o de Alfonsina Storni basta para comprender las interpretaciones que Mizraje despliega, no sucede lo mismo con las figuras de Juana Manso y Emma de la Barra.

JORGELINA NUÑEZ,
Publicado en el Diario "El Clarín" de Buenos Aires, Argentina el 12 de marzo del 2000.-