viernes, 27 de noviembre de 2009

PLUMAS FEMENINAS DEL SIGLO XIX

Por Laura Isola


Mientras Virginia Wolf planteaba que para escribir una mujer necesitaba contar con renta y cuarto propios, en este lado del mundo, Eduarda Mansilla, Juana Gorriti y Juana Manso se erigían como personajes heterogéneos que abordaban los derechos de las mujeres desde diferentes caminos. Lea Fletcher se mete con ellas en un ciclo dictado en el Centro Cultural Rojas.

"Eduarda Mansilla era de familia poderosa y era bella; Juana Manuela Gorriti venía de una familia de cierto privilegio y no era bella, y Juana Manso no tuvo ningún privilegio, estuvo exiliada y era fea". Así le gusta presentar, como en el juego de las diferencias, a Lea Fletcher a estas escritoras argentinas del siglo XIX que, junto con Lola Larrosa, son el corpus de muchas de sus investigaciones y el tema de Ciclo de encuentros Escritoras argentinas del siglo XIX: clase social y dinero que dicta durante este mes en el Centro Cultural Rojas.

La distinción con la que Fletcher comienza hablando de estas mujeres imbrica dos cuestiones fundamentales en el ejercicio de definir la relación entre las mujeres, la actividad intelectual y el dinero: junto al origen de clase inmediatamente se hace referencia a la belleza. Y este es un punto muy interesante porque, de ningún modo para la concepción de la investigadora en su práctica privada, pero sí para el imaginario del siglo XIX, ser fea y pobre y ser mujer es casi la misma cosa.

En algún sentido, entrar en esta lógica para entender el mecanismo de producción de la escritura de las mujeres implica, necesariamente, tomar distancia luego: "No digo que yo piense que Juana Manuela era fea. Lo que digo es que era vista de ese modo: era una mujer muy grandota que no entraba en el ideal de belleza", explica la investigadora.

Sin embargo, la disputa por el lugar para las mujeres, aunque era muy difícil ya por una cuestión de género, se hace un tanto más fácil, cuanto más agraciada es la dama en cuestión: "Siguiendo con las distinciones, mientras Eduarda era una dama de sociedad, muy diplomática y bastante exitosa, Juana Manuela Gorriti consideraba que si había algo bueno para decir era mejor no decir nada. Para lo último, otra vez Juana Manso que era una luchadora abierta y decía todo. Este es un caso muy límite porque no tuvo consenso ni en las mismas mujeres. Así es muy difícil llegar a cambiar nada, si tus propios pares no aceptan tus ideas. Lo que las une, en todo caso, es una cierta liberalidad en términos culturales: Mansilla se separó de su marido, Gorriti se vestía de hombre, y Manso fue una revolucionaria, aunque incomprendida", cierra la lista Lea Fletcher, que es Doctora en Letras y dirige la editorial Feminaria (www.feminaria.com.ar).

En Un cuarto propio, el ensayo sobre la literatura y las mujeres de Virginia Woolf, aparece una hipótesis muy fuerte que puede resumirse de la siguiente forma: la necesidad de una renta y un cuarto propio son los requisitos indispensables para que una mujer, en el siglo XIX, pueda escribir. Woolf discute, en ese sentido, una idea básica del feminismo: ganar terreno en el espacio público, adquirir derechos civiles y sociales para la emancipación. Por su parte, con un cuarto propio, en el sentido literal y figurado, lo que propone es una batalla puertas adentro: un análogo a la biblioteca masculina en el interior de la casa. Para la renta, no importa demasiado de dónde venga, mientras que exista.

¿Es posible comparar esta postura con alguna de las pregonadas por Mansilla, Gorriti, Manso o Larrosa? Fletcher cree que no. Ni éstas ni otras ligadas a la reivindicación de derechos para la mujer, tienen comparación entre el siglo XIX europeo y el latinoamericano. "En el caso de Mansilla, el dinero no era problema. Era la hermana de Lucio y formaba parte de la familia de Rosas. Esto en términos políticos, sobre todo en un momento, la ponía en esa situación de privilegio de la que hablaba. Además, El médico de San Luis, su novela, fue muy exitosa. No, en términos comerciales sino que cada cosa que escribía Eduarda era muy leída. En cambio, Gorriti y Manso eran maestras y dirigían revistas. Aquí es otra cosa porque siempre el dinero fue un problema. Sobre todo, por su escasez. Gorriti escribió un libro por encargo.


FUENTE: Artemisa Noticias,8 de septiembre de 2005.

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