
María Rosa Lojo estuvo en Mendoza una vez más. Entrevistada por nuestro suplemento, habló sobre su trabajo más reciente: la reedición académica de “Lucía Miranda”, la novela de Eduarda Mansilla.
Recientemente pasó por Mendoza invitada a dos congresos que se celebraron en la Universidad de Cuyo: el de Literatura Argentina y el de Literatura Comparada. En el primero participó como investigadora y como escritora, y en el segundo, en la mesa de escritores, para hacer lectura pública de textos propios, lo que, señala, “motiva mucho a quien escribe, y tiene una repercusión intensa en el público”.
María Rosa Lojo es una asidua visitante de nuestra provincia y destaca que le gusta venir a la Universidad de Cuyo, entre otras cosas, por “su ambiente hospitalario, el alto nivel académico” y también por “las amistades que he ido haciendo a lo largo de años”.

No oculta el entusiasmo que le provoca que Sudamericana esté a punto de reeditar su novela
“Una mujer de fin de siglo”, la cual, además, ha sido recientemente publicada en Estados Unidos por la editorial Stockcero.
La figura de
Eduarda Mansilla, escritora argentina del siglo XIX, parece tener especial peso en estos días en la trayectoria de María Rosa Lojo, quien ha tenido a su cargo también la reedición de “Lucía Miranda”.
-Estuviste estrechamente vinculada al proyecto de relanzar la novela de Eduarda Mansilla. ¿Cómo fue este trabajo? -Fui la directora de esta reedición, surgida de un proyecto de investigación coordinado por mí en la Universidad del Salvador. En una primera etapa el equipo de investigadores estuvo integrado exclusivamente por profesoras del Salvador. Luego nos presentamos a un PIP (Proyecto de Investigación Plurianual) del Conicet, con un plan más amplio, para terminar la edición de la “Lucía Miranda”, y publicar textos inéditos u olvidados de los dos hermanos Mansilla. Lo ganamos, y en esta etapa se nos unió la profesora e investigadora Hebe Molina, del Conicet y de la Universidad Nacional de Cuyo. Logramos terminar esa reedición, que ha salido hace poco por la prestigiosa editorial Iberoamericana/Vervuert, en la Colección de Textos Coloniales y de la Independencia, dirigida por Karl Kohut y Sonia V. Rose (quien por cierto hizo en la Universidad de Cuyo su carrera universitaria).
Nuestro trabajo consta de una densa introducción, en la que no sólo se abordan la novela propiamente dicha y la vida, obra y contexto histórico social de Eduarda Mansilla, sino que se sigue la construcción y trayectoria del mito de Lucía Miranda, la cautiva blanca.

Éste se origina en un episodio de La Argentina manuscrita (1612), primera crónica rioplatense cuyo autor fue Ruy Díaz de Guzmán, nieto de Domingo de Irala y de una de sus mujeres aborígenes (Eduarda también descendía, por vía materna, de esta pareja fundadora, un dato muy significativo que nos proporcionó su tataranieto, Manuel R. García-Mansilla).

Desde 1612 hasta 1929 el episodio de Lucía Miranda, que funciona como un verdadero "mito de origen" rioplatense, el relato, es reelaborado muchas veces, por historiadores, por dramaturgos, por poetas, por novelistas, y adquiere inflexiones distintas según el contexto de época, los intereses en juego, y por supuesto, la estética y la posición personal de cada narrador. Si en algunas versiones los indios son villanos en otras -particularmente las uruguayas- se los reivindica como precursores de la independencia americana. En 1860 no sólo aparece en la Argentina la novela de Mansilla, sino otra, del mismo nombre y asunto, pero de distinta poética, de Rosa Guerra. Hasta hay un drama inglés, escrito por Thomas Moore (no es uno de los famosos Moore, sino un dramaturgo de tercera o cuarta línea) que se llama "Mangora, King of the Timbusians" (1718), analizado también en el prólogo, y que dio gran trabajo localizar. La introducción tiene un glosario especial (sobre todo destinado a informar a los lectores extranjeros sobre hechos y personajes argentinos), tiene Apéndices, con cartas cruzadas entre Eduarda y Vicente F. López, con críticas de la época sobre las dos Lucías de 1860, entre otras cosas, y por supuesto, una extensa bibliografía. También hay un pormenorizado análisis ortográfico y gramatical de la novela. Y todo el texto de la misma está acompañado por muchas notas históricas y léxicas, además del cotejo de variantes estructurales entre la edición del diario La Tribuna y la primera edición en libro de 1882, que tomamos como texto base. Lo más arduo fue localizar en la obra de cada uno de los autores citados, los epígrafes que suelen acompañar cada capítulo. A pesar de su juventud (tiene 26 años cuando se publica este libro), Eduarda cuenta con una vasta enciclopedia cultural, y conoce muy bien a los escritores clásicos y románticos. También se ha documentado seriamente en las fuentes historiográficas y antropológicas de las que se disponía en la época. Lucía Miranda no es seguramente su mejor novela, pero sí una apuesta muy ambiciosa, donde aparecen relatos dentro de otros con reverberaciones especulares, a la manera de una narración en abismo.
-La reedición de esta novela parece poner en juego dos figuras clave en el proceso reivindicatorio de la mujer: por un lado, "la cautiva"; y por el otro, en la figura de Eduarda Mansilla, la mujer como "escritora" e "intelectual". ¿Qué podés decir al respecto? -La "cautiva" en el relato de Mansilla sólo es tal cuando se llega al final de la historia. Antes, la novela le otorga un pasado en la España imperial de Carlos V, una historia y una densidad psicológica de la que carecía el episodio fundador de Ruy Díaz de Guzmán. Lejos de estar confinada al papel de víctima pasiva, la Lucía mansilliana ha sido siempre una mujer libre, capaz de tomar voluntariamente decisiones que cambian el rumbo de su vida, como el viaje a las Indias. Es un activo sujeto histórico, que desempeña en la nueva tierra, desde que llega, un papel clave como intérprete, mediadora y educadora, no inferior, en importancia ni prestigio, al papel épico de los héroes masculinos guerreros, y como lo enfatiza la voz narrativa, mucho más humano. La Lucía de Mansilla ha recibido una educación en el Viejo Mundo. Es una mujer letrada, que maneja la lectura y la escritura y puede transmitirlas a otros. Su sensibilidad y su templanza no excluyen un coraje que la lleva a afrontar valerosamente la muerte, porque opta, con toda deliberación y conciencia, por el amor de su marido Sebastián.

En este personaje Eduarda Mansilla expresa un ideal femenino, y una aspiración respecto al rol que las mujeres debían ejercer dentro de la nueva sociedad modernizada, posterior a Caseros. Aunque la historia de amor entre Lucía y los dos caciques que se enamoran sucesivamente de ella, no podía sino terminar trágicamente, por tratarse -en una novela romántica rioplatense- de un amor adúltero, la visión que Mansilla tiene de los aborígenes no los deshumaniza ni es condenatoria. Su novela es el primero de los textos literarios inspirados en el episodio de Ruy Díaz, donde se marca expresamente que las relaciones entre españoles y aborígenes, a pesar de los conflictos, dieron como resultado una sociedad mestiza, y que los indígenas son también un elemento fundador de la nación argentina. Así, a la masacre de Sancti Spiritu y a la destrucción del fuerte, sobrevive sin embargo una pareja interétnica: la formada por Anté, timbú, ahijada y discípula de Lucía, y por el soldado español Alejo, su prometido. Toda una posición en un momento de arduo debate acerca de la manera en que debían ser considerados los pueblos originarios en la Argentina moderna.
-Podrías explayarte un poco acerca, justamente, de estas mujeres, como Eduarda o Rosa Guerra, que aparecen en Argentina, digamos, como los primeros ejemplos de la lucha reivindicativa de las mujeres? -Desde la aparición de La Aljaba, en 1830, el periodismo femenino ocupa un lugar significativo en el panorama del siglo XIX. Las mujeres quieren expresarse y lo hacen, a pesar las burlas desalentadoras y los obstáculos económicos. No se puede decir que Eduarda Mansilla y sus contemporáneas hayan sido sufragista, al estilo anglosajón. Las habrá más tarde, en nuestra sociedad criolla. Pero todas las escritoras, más audaces, o más tradicionalistas, coinciden en un reclamo por la ilustración femenina, que no dejan de hacer oír, y también coinciden en su posición contraria a la violencia estéril de las guerras civiles. Gorriti, Juana Manso, Rosa Guerra, Eduarda Mansilla y muchas otras, representan una voluntad creadora y una búsqueda de protagonismo cultural y educativo que podía conducirlas a una creciente injerencia en los asuntos públicos.
-¿Estás trabajando en alguna nueva novela? ¿Cuáles son, en este sentido, tus proyectos actuales? -Acabo de entregar un libro en el que estuve trabajando varios años y que saldrá en octubre por editorial Sudamericana. Es una colección de cuentos sobre los santos populares argentinos (los no canonizados o reconocidos por la Iglesia, con excepción de dos casos, que sí tuvieron el aval eclesiástico: Ceferino Namuncurá y el cura Brochero). Va precedido de un prólogo donde se enmarca este fenómeno desde la reflexión antropológica, pero es, como libros míos anteriores (Historias ocultas en la Recoleta, Amores insólitos), un texto literario, donde santos y santas son abordados desde distintas miradas creativas. Hay algunos de la zona cuyana, como la Difunta Correa (el cuento que le dediqué apareció en Los Andes hace unos meses), y Santos Guayama.
-Y volviendo a la cuestión de género, ya que se avecinan las elecciones y hay una candidata mujer con grandes posibilidades de quedarse con la Presidencia... ¿cuál es tu opinión al respecto y cuáles tus expectativas? -Las mujeres pueden ser tan buenas o tan malas presidentas como los varones. Nos planteamos esa cuestión porque no tenemos asimilada o naturalizada la idea de que una mujer ejerza la primera magistratura del país. Por mi parte, deseo que haga el mejor gobierno posible, sobre todo porque si fracasa, desdichadamente ese fracaso cargará encima de todo el género. No sucede lo mismo con los hombres. Si un gobernante varón resulta malo, se le echa la culpa como individuo. Pero si es una mujer, es muy probable que se saque la conclusión de que "las mujeres" son incapaces de gobernar.
Por Ariel Búmbalo.
Sábado, 18 de agosto de 2007. Diario "Los Andes" de la ciudad de Mendoza. Suplemento de Cultura.