martes, 2 de diciembre de 2008

Eduarda Mansilla. Una mirada académica sobre "La Lucía Miranda"

La reedición del libro, a cargo de María Rosa Lojo, pone en perspectiva el mito de origen rioplatense sobre una cautiva española que fue disputada por dos caciques. El mismo había sido retratado en la novela de Eduarda Mansilla, en 1860.

Una reedición académica de la novela "Lucía Miranda", a cargo de María Rosa Lojo, vuelve a poner en perspectiva este mito de origen rioplatense sobre la cautiva española disputada por dos caciques que fue retratada en la novela de Eduarda Mansilla en 1860.

"La novela alude a ’La Argentina manuscrita’ (1612), de Ruy Díaz de Guzmán, en la que aparece por primera vez la historia de Lucía Miranda, una cautiva que supuestamente era blanca, aunque el punto de vista historiográfico y el sentido común nos indican otra cosa", subrayó Lojo en una entrevista con Télam.

Las primeras cautivas, dijo la investigadora, "debieron ser las indígenas, tomadas por los españoles como botín o como prenda de alianza". A partir de trabajar en la obra de Lucio Mansilla, surgió el interés de Lojo por Eduarda, una de las olvidadas escritoras del siglo XlX, "Y que presenta algunos rasgos de colectivo de género", apuntó la ensayista.

"Por ejemplo, la oposición a las guerras civiles: tanto federales como unitarias concuerdan en que las guerras han desangrado el país. Es una literatura en la que hay amistades entre mujeres de diferentes bandos, aparecen amores entre enemigos, cosa que no se ve en la literatura de varones", indicó.

Estas escritoras, analizó la investigadora, "retoman lo que se considera hoy lo subalterno, los grupos étnicos y culturales no blancos. Los aborígenes y afro aparecen en esta literatura con otra imagen".

"En general, la literatura argentina no fue indigenista: barrió al indio del imaginario nacional fundador. En cambio, estas escritoras lo ubican desde otro ángulo.

Y Lucía Miranda tiene mucho que ver con esto", consideró Lojo. Al frente de un equipo integrado por Marina Guidotti, Hebe Molina, Claudia Pelossi, Laura Pérez Gras y Silvia Vallejo, Lojo presenta en esta obra -publicada gracias a un proyecto de investigación plurianual del Conicet- un perfil acabado sobre Eduarda Mansilla, una escritora recreada en su novela "Una mujer de fin de siglo" (1999), que también acaba de reeditarse.

Además, el texto incluye un análisis del contexto histórico en el que se desenvolvió Mansilla, epístolas entre la escritora y Vicente Fidel López, anotaciones historiográficas, un glosario y un rastreo del mito de Lucía Miranda, desde que irrumpe en 1612.

El mito tiene una larga descendencia: lo retoman primero los historiadores jesuitas, después surge en el "Siripo" de Manuel de Labardén, pero no se sabe cómo porque el manuscrito se perdió en el incendio del teatro de la Ranchería.

Y en 1860 Eduarda Mansilla y Rosa Guerra sacan dos novelas sobre el mismo personaje. ¿Qué ha ocurrido con estas mujeres que se ponen a escribir sobre lo mismo?.

Es un año bisagra entre Cepeda y Pavón donde se esta disputando cómo se va a constituir la Argentina moderna. "Las escritoras que escribían en periódicos y revistas se preguntaban por el papel de las mujeres en ese nuevo país, no eran sufragistas pero coincidían todas en exigir que se les diera lustración, educación, que se las reconociera como personas", señaló Lojo.

El rasgo más notable de la novela de Mansilla es el personaje de Lucía: un mujer bastante excepcional para su tiempo, hija de un hidalgo español y de una morisca que ha sido educada por Fray Pablo que viaja a las Indias como misionero.

Enamorada y casada con Sebastián Hurtado llegan los dos juntos con la intención de arraigarse y encontrar un nuevo mundo: "Lucía juega un papel de integradora de mundos", explicó Lojo.

En la Lucía de Mansilla "hay un retrato del cacique Marangoré como un héroe romántico que tiene una capacidad de sacrificarlo todo por el amor que lo acerca a la visión femenina.

Estos dos personajes, el supuesto bárbaro y la mujer, se avecinan en la inteligencia emocional. Una visión muy particular".

"Además hay desde la voz narradora una especie de lamento exaltado por ese personaje que en definitiva es un ser libre, un hijo de la naturaleza. Marangoré resalta por sus aspectos nobles y su gran belleza física; como contrafigura Siripo, el otro cacique, es inteligente y astuto pero horrible. Menos dotado que su hermano mayor lo envidia y cela. Recrea el mito de Caín y Abel", aseveró.

"De lo que no hay dudas en esta novela es que la Argentina se construye de retazos porque si bien el amor de Marangoré y Lucía es imposible -porque está casada y esta situación no se puede convalidar en la novela romántica rioplatense-, hay una pareja sobreviviente formada por un soldado español y una muchacha aborigen.

Ambos emergen como los fundadores de la nueva sociedad", concluyó Lojo

Fuente: Télam 1/6/2007

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