
Pero hay, también, a nuestro entender, otra razón particular que otorga importancia a este período y ella se fundamenta en la aparición de las dos mas importantes colecciones de revistas literarias femeninas del siglo pasado.
Nos referimos a La Ondina del Plata (1876-1879) y La Alborada del Plata (1877-1878)Agreguemos finalmente, que ambas a la vez, poseyeron el carácter de revistas literarias sudamericanas, tanto por su contenido y colaboradores como por el ámbito geográfico de proyección, más notable en la primera que en la segunda.
Cabe a La Ondina del Plata el mérito singular de ser la revista literaria femenina más importante en los últimos cincuenta años del siglo pasado, mérito que le viene por la naturaleza de su prédica, su riqueza literaria, el número de mujeres que en sus páginas escribieron, la variedad de los temas tratados por sus colaboraciones femeninas, de la Argentina y América y su enorme repercusión. Fue un esfuerzo único y sobresaliente que vincula, como en ninguna otra época, a mujeres de vocación por las letras, formando un movimiento del espíritu femenino americanista.
La Ondina del Plata aparece en el periodismo porteño el 7 de febrero de 1876 y extiende su publicación hasta el 28 de diciembre de 1879. Alcanzará a editar doscientas cincuenta y cinco entregas semanales, agrupadas en cinco tomos anuales y un total de tres mil cien páginas impresas.
Una escritora de renombre, que de vez en cuando reaparecía en la prensa porteña, y cuya fama le venía desde muy joven, casi de los veinte años, también se asomó a las páginas de La Ondina del Plata. Nos referimos a la exquisíta Eduarda Mansilla de García, residente para ese entonces en Francia y a quién el director de La Ondina solicitara su contribución. La escritora cuyo estado de salud era precario, contestó afirmativamente remitiendo tiempo después algunos cuentos infantiles escritos durante su estada en ese país.
En tales relatos deja traducir su preocupación por ese género de literatura que, lamentablemente, no cultivó con mayor asiduidad. No fue Eduarda Mansilla una colaboradora abundante pues ella misma no cultivó con exceso sus naturales cualidades, quizás porque, como muchos otros escritores de su tiempo, estaba abrumada por el juicio que sobre su talento poseían sus contemporáneos.
Fuente: Néstor Tomás Auza. Periodismo y feminismo en la Argentina 1830-1930. Emece, Buenos Aires,1988.
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